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domingo, 27 de abril de 2014

Nos vamos de Congreso

Esta frase fue de las primeras que oí al llegar a mi servicio el pasado mes de junio tras acabar los cursos iniciales que imparte el hospital. Casi sin tiempo a aterrizar, tocaba ponerse a meter datos para poder hacer los pósters y buscar casos clínicos interesantes para presentarlos. En este caso se trataba del Congreso anual de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), que se celebró el pasado mes de noviembre en Málaga.

Lo primero que te hecha para atrás es el precio de las inscripciones:

Éstos son los precios de las inscripciones del próximo Congreso, que se celebrará en Murcia del 19 al 21 de noviembre

Esto es de locos. Después de haber ido, no lo vale ni por asomo. Durante los años de representante estudiantil, he podido colaborar con varios Comités Organizadores del Congreso de Educación Médica que organiza el CEEM cada año y puedo decir que se salen estupendos congresos para cientos de estudiantes de Medicina con presupuestos económicos. Obviamente, es a otra escala; pero es que es algo exagerado.
Si había algo que tenía muy claro, es que yo no iba a pagar semejante cantidad de dinero, así que tocaba buscar laboratorio que me lo pagara. No es ningún secreto (ni me avergüenza decir) que la inscripción al Congreso me la pagó Pzifer; el transporte, Daiichi Sankyo, y el alojamiento, Novo Nordisk. Esto no me obliga a nada con ellos, pues son conscientes de que soy R1 y sólo puedo prescribir en las guardias (y básicamente siempre es lo mismo). Ellos hacen su trabajo y yo, el mío (mi relación con los representantes dará para otro post, jeje).

Entonces, ¿qué me traigo yo del Congreso? Lo primero es que a un Congreso no se va a aprender. En éste, tomas referencias para estudiar en casa después. Es cierto que siempre te quedas con alguna cosa; pero para nada esto incluye todo lo que yo considero que es "aprender". Lo que sí aprendes con el Congreso es a crear una base de datos, ha diseñar un póster y a presentarlo, a utilizar el (maldito) SPSS... Para esto sí sirve un Congreso, para dar a conocer el trabajo que realizas durante el año previo, ¡que no es poco!
Durante el mismo, vas a las diferentes charlas que te interesan (nosotros, concretamente, fuimos principalmente a las que participaba uno de nuestros adjuntos) y vas buscando tu póster en las pantallitas para hacerte la foto de rigor con él, además de la sala donde tendrás que presentarlo.

Y, por supuesto, a un Congreso se va a socializar y a conocer la ciudad. En mi caso, era la primera vez que estaba en Málaga, así que tocaba paseo por el centro e ir a la playa a comer unos espetos, además de salir por la noche malagueña.

Después de todo el día en el Congreso, nos lo pasamos pipa en la noche malagueña

Y para finalizar...
  • Puntos positivos de este Congreso:
    • Diseñaron una aplicación muy intuitiva y útil.
    • Algunas charlas podían verse en streaming.
    • La localización. Málaga es una ciudad preciosa.
    • Fuimos todos los residentes juntos en una furgoneta, al estilo de la familia que somos :)
  • Puntos negativos de este Congreso:
    • El precio de las inscripciones. Desorbitado, sin duda alguna.
    • La localización del Palacio de Congresos. En medio de una autovía, lejos de todo.
    • Muchas charlas solapadas. Hay mucha oferta; pero esto hace que tengas que elegir entre varias que consideras interesantes.
    • El espacio para comer era muy pequeño para la gran cantidad de gente que estábamos allí.

¿Un Congreso es útil? Sí. ¿Es la panacea de la formación? No. Y para muestra, la charla sobre Medicina Interna 2.0, que tuvo de 2.0 sólo el nombre. Los congresos necesitan un cambio para que sean amenos y podamos aprovecharlos al 100%. Tarde o temprano, tendrán que adaptarse a los nuevos modelos de formación que demandamos los profesionales de la salud. ¡Todo un reto! A ver qué tal se nos presenta el de Murcia...

P.D.: Si has llegado hasta aquí, enhorabuena en primer lugar. No es fácil terminar de leer este testame... Digo, post. En segundo lugar, éste se engloba dentro del #CarnavalSalud de marzo, aunque sea algo tarde... Y, en tercer lugar, te esperamos el próximo martes, 29 de abril, a las 22:00 horas en el tweetup sobre este tema. Puedes participar con el hastag #cambiacongreso.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Cuando la hora llega

Ilustración de @mlalanda en su post Cuando sea vieja me moriré


Este mes llego tarde al #CarnavalSalud. La octava edición ha cerrado con 44 posts, ¡enhorabuena!
Nuestros amigos de Wikisanidad nos propusieron hablar sobre El derecho a bien morir. El texto que inspiró el tema es un post de Mónica Lalanda titulado Cuando sea vieja me moriré.

Cuando eliges dedicarte a la Medicina, empiezas a (intentar) asimilar que durante el ejercicio de tu profesión serás testigo del fallecimiento de algunas personas. Durante la carrera me enseñaron que la muerte forma parte de la vida; pero es durante la residencia cuando esto cobra mucho más sentido. Sin ir más lejos, hace unos días tenía que realizar el informe de ingreso de dos pacientes que fallecieron a las pocas horas de subir de Urgencias y a uno de ellos no me dio tiempo ni ir a verle antes del fatal desenlace.

La primera vez que me enfrenté al fallecimiento de un paciente fue hace un par de meses. Era una abuelita que venía de una residencia con un deterioro general bastante importante y fiebre. Tras unos análisis, resultó ser una infección urinaria que hizo que se descompensaran otras patologías previas que ya tenía. Debo añadir que en todo el proceso no apareció ningún familiar. A pesar del tratamiento antibiótico, la paciente no mejoró y finalmente falleció. Cuando me llamaron, me quedó un poco bloqueada porque jamás había visto un cuerpo muerto ni certificado una defunción, así que llamé a mi adjunta para decírselo. Ella me acompañó y me estuvo explicando el método: electrocardiograma, comprobar la arreactividad de las pupilas y la ausencia de respiración espontánea, etc.

El proceso de morir nunca es sencillo. En la mayoría de los casos, varios procesos confluyen y llevan al paciente a un deterioro progresivo durante el cual la familia y el propio paciente van asumiendo, ingreso tras ingreso, que éste se está apagando.
Sin embargo, en otras ocasiones, esto no es así y es donde, en mi opinión, el médico juega un papel importante. Hacer cosas, como poner una sonda nasogástrica o realizar una gastrostomía, es muy fácil. Lo realmente difícil es parar, es decir basta. Puede sonar muy frío, pero a veces llega un momento en que lo mejor que puede pasarle a un paciente es fallecer. En esos momentos en los que no merece la pena hacer nada más es donde el médico tiene que volver a hablar con los familiares, explicar de nuevo la situación. La comunicación es fundamental.

En mi opinión, debemos buscar una buena calidad de vida para nuestros pacientes, siempre, por supuesto, valorando el estado previo y la evolución de las patologías que ya presente.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Dos caras de una misma moneda, o no


Este mes vuelve #CarnavalSalud y desde Wikisanidad nos proponen hablar sobre marca personal y marca profesional, ¿juntas y revueltas?

Buscando un poco sobre este tema (en Wikisanidad podéis consultar más bibliografía sobre este tema), he encontrado la Guía práctica para el uso de redes sociales en organizaciones sanitarias, que nos da consejos sobre la publicación de contenidos y, respecto a Facebook, nos dice lo siguiente: "Queremos que toda la información llegue al máximo de personas posible y tener un perfil personal no hace sino reducir nuestro radio de comunicación". También me he topado con la Guía de usos y estilo en las redes sociales del Sistema Sanitario Público de Andalucía, que viene a decirnos prácticamente lo mismo.

Recién estrenada la residencia, mis perfiles sociales tienen mucho de personal y más bien poco de profesional, la verdad. Además, no suelo hablar sobre Medicina en general, sino sobre "mi Medicina": anécdotas que me suceden durante las guardias, la convivencia con otros residentes, el trato con el paciente en la planta... Todo ello relacionado con mi día a día en el hospital.

Por otra parte, creo que no podría separar del todo ambas facetas. No existe una línea nítida que las separe, me empapo de todo lo que puedo tanto dentro como fuera del hospital. No soy sólo residente de Medicina Interna, soy también la que viaja, la que lee Juego de Tronos, la que escucha música, la aficionada a la Fórmula 1, la que turistea, la que le encanta la playa... Como dice Rosa Taberner en su blog, mi yo-residente sería puro aburrimiento.

Y tú, ¿qué opinas?

Imagen: Trastorno disociativo.
Fuente: Manual de Psiquiatría (CTO).

sábado, 25 de mayo de 2013

Nada que perder, mucho que ganar

Desde wikisanidad, nos invitan a escribir sobre la brecha digital para el Carnaval de la Salud de mayo.

Algunos argumentos escuchados en contra de subirse al carro del 2.0:
  • "No sé cómo funciona": yo tampoco sabía cómo funcionaba una lavadora hasta que mi madre me enseñó. Como todo, se mejora con la práctica.
  • "No puedo aportar nada": ¿¡cómo!? Todos podemos aportar algo y no hace falta que esté siempre relacionado con el ámbito sanitario, sino que puedes compartir cosas sobre tus aficiones, por ejemplo.
  • "Eso es una pérdida de tiempo": quizá esto es lo que más he oído. Yo más bien diría que invierto bastante tiempo; pero creo que gano mucho más de lo que puedo perder (en realidad, no creo que pierda nada). Soy una firme defensora de que no todo se aprende en un aula.


Como anécdota de estos primeros días pululando por el hospital, en mi recién estrenado servicio aún se usa el pen drive para pasarse documentos unos a otros cuando quizá sería mucho más fácil compartir una carpeta de Dropbox, por ejemplo. Quizá algún día me atreva a proponerlo...

¡Ah! Y no en todos los ordenadores hay disponible conexión a Internet. Para algunos, hay que solicitarla... ¿Quién agranda la brecha?

miércoles, 13 de marzo de 2013

Paciente empoderado (o cómo ponerle nombre a todo)


Desde wikisanidad, este mes nos proponen hablar sobre el paciente empoderado para el Carnaval de Salud de marzo y es que... ¡empoderarse está de moda!

"Quizá es un eufemismo con el que se pretende hacer descender a algunos médicos que todavía están encaramados a su pedestal, mientras que se pide a los enfermos que abandonen su permanente genuflexión ante una enfermedad y se levanten para participar mucho más de lo que lo han hecho hasta ahora en controlar una patología crónica." (Artículo El paciente empoderado en El Mundo Salud).

No me gusta el término "empoderado". Quizá paciente proactivo se adaptaría mejor al concepto; pero, aun así, creo que no es necesario catalogar a este tipo de paciente porque no deja de ser eso, otro tipo de paciente más.

Durante mis prácticas en el Centro de Salud, he visto pacientes que han venido con su propio diagnóstico ya hecho de casa y reclamando ciertas pruebas (por supuesto, gracias a Dr. Google y Dra. Wikipedia). Siempre he estado tentada a preguntar para qué venían al médico entonces si ya sabían qué les pasaba; pero nunca me he atrevido, la verdad.
Éste no es el paciente empoderado. Él conoce su enfermedad porque ha hablado con su médico, han ido forjando una relación basada en la profesionalidad y en la autonomía del paciente, no en el paternalismo. Los dos a la misma altura; pero cada uno en su papel. Esto no es ni más ni menos que el resultado de una buena relación médico-paciente, y para conseguirla se necesita fundamentalmente tiempo para hablar y escuchar (ambas cosas igualmente importantes). La comunicación es fundamental en todos los ámbitos de la vida y en la Medicina no iba a ser menos.

La sociedad evoluciona constantemente y hemos de adaptarnos a ello. No podemos olvidar entonces que los pacientes también son personas, que forman parte de la sociedad y que también evolucionan. Si los profesionales sanitarios utilizamos la red para compartir, publicar e informarnos, ¿por qué no los pacientes? Eso sí, nada sustituirá una consulta cara a cara. A veces nos pasamos queriéndole poner nombre a todo...
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